Lo que más importa está en el presente

Muchas veces me he pillado caminando de A hacia B pensando en B.

Muchas tardes de domingos pensando en el lunes.

¿Qué porcentaje del día estás pensando en el futuro?, ¿o en el pasado?

Suelo hacer esta pregunta y la mayoría responde un porcentaje muy alto.

Te suena: «¿mañana qué vamos a comer?», «el jueves tengo la reunión con…», «que no se me olvide que luego tengo que hacer esto»

Muchos pasamos alrededor del 70% en el futuro. Algunos, por el contrario pasa la mayor parte del día en el pasado, «jó que error el de ayer», «mi jefe es de lo peor».

Los que pasamos mucho tiempo en el futuro somos muy buenos planificadores, pero también muy ansiosos.

Los que pasan mucho tiempo en el pasado, tienen muy buena memoria, pero también suelen ser nostálgicos, iracundos o depresivos.

Cuando practicamos mucho algo, lo terminamos haciendo en modo automático.

Nuestra habilidad para conectar con el pasado o el futuro es robusta.

Cuantos momentos «perfectos»en lugares «perfectos» con la compañía «perfecta» preguntándonos «¿qué viene después?», o con la sensación de vacío, como si faltara algo…

Claro que falta algo!!!

Nos falta la habilidad para conectar con el presente.

Sí, el presente, y ¿qué es lo que pasa en el presente? o ¿por qué es relevante conectar con él?

En el presente pasa eso que le llaman vida, experiencias, sensaciones, ocurren esas cosas que le llaman decisiones.

Y no es que sea malo pensar en el pasado o el futuro, lo que es perjudicial es hacerlo sin control ninguno.

Sería genial que el piloto automático se pudiera desconectar cuando quisiéramos, que fuéramos libres para decidir donde poner nuestra atención.

Que pudiéramos decidir disfrutar a plenitud un domingo por la tarde.

Que pudiéramos ser conscientes de la suerte que tenemos de caminar mientras lo hacemos.

Que pudiéramos ser conscientes de esos momentos con nuestras familias o amig@s sin que la mente se nos vaya a aquello que no ha llegado o aquello que ya se fue.

Molaría ¿verdad?.